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Rafael Marco   Tera. Niger. Mayo 2012.
  El vientecillo fresco de la Pascua
   Rafael Marco, SMA
 
 

Llego muy tarde para felicitaros las Pascuas y lo siento, pero todavía seguimos en este tiempo de resurrección y esperanza, de alegría de vivir. Que Dios os conceda la paz.

 

 
 

Tiempos de fe y esperanza

Este año se han bautizado y han recibido la primera comunión una buena parte de la comunidad cristiana: dieciocho personas. Varias mujeres mayores, jóvenes, niños y hasta una niña recién nacida, Binda, una preciosidad. Han sido unos días intensos para toda la comunidad de preparativos y de fiesta.

Yo celebré la vigilia pascual en un pueblo a 70 kms de aquí, Bankilare, un pueblo tuareg muy cerca ya de Mali, con las Hermanitas de Jesús y un par de familias cristianas. Éramos unas veinte personas bajo las estrellas en una noche tranquila y feliz. Hablamos de nuestra fe en Jesús, del triunfo de la vida sobre el mal y la muerte, de los motivos de esperanza que teníamos… y terminamos compartiendo un pequeño refrigerio.

La Pascua fue un vientecillo fresco en estos momentos un tanto complicados empezando porque nos está haciendo un calor achicharrante que nos deja a media vela y con la mente en suspenso; no me salen las palabras en songhai, me equivoco con los pronombres… Pero, sobre todo, la preocupación por la hambruna que se nota cada día más. El gobierno distribuye alimentos a precios módicos y son cientos las mujeres que hacen cola esperando obtener unos kilos de mijo o maíz, muchas pasan allí toda la noche y las hay que vuelven llorando porque no han podido conseguir nada.

 

Esperando la distribución de alimentos
Joaquin y Constant con familias beneficiadas

Nosotros hicimos el primer reparto de alimentos el 11 de Abril pasado. Os hablaba de ello en mi última carta. Creamos cinco puntos de distribución y en cada uno había una persona responsable de la comunidad cristiana que había establecido con las gentes de su barrio toda una lista de familias necesitadas. Se repartieron 150 sacos de sorgo y maíz en los lugares previstos y cada equipo fue distribuyendo los cereales a las familias que habían sido convocadas.

Me llamó la atención el orden y el respeto casi religioso con que se fue realizando la operación. No hubo gritos, ni protestas ni grandes manifestaciones de agradecimiento. Casi todo se pasaba en silencio, una mirada, una inclinación de cabeza, una sonrisa y sólo a la hora de cargar con los sacos, cada uno de cien kilos, empezaban las bromas, empujones y risas.

Después, los testimonios de gratitud han sido numerosos. "¿Como se habían podido acordar de mí en estas circunstancias?" Era la pregunta que se hacían muchos. Yo guardo uno que me contó Moumé, una mujer de la comunidad que se encargaba de unos de los puestos de distribución que decía:

"Al día siguiente de la distribución vino a verme una mujer que conocía desde hacía tiempo a la que habíamos ayudado a organizar un huertecillo con el que se va defendiendo. Se extrañaba de que no me hubiese acordado de ella.

- Pero tú ya tienes tu medio de vida.

- No sabes las vueltas que tengo que dar y lo que me cuesta, pero si sabes que vivo sola, que no tengo marido ni hijos, que no tengo a nadie. Tenía a mi madre y cuando iba un día con la regadera en el huerto de acá para allá y ella sentada a la sombra de un árbol, le dio un ataque y se murió. No pude hacer nada. Me senté a su lado y la abracé y entre lágrimas le dije a Dios:

- ¿Por qué me haces sufrir tanto? Lo único que tenía me lo acabas de quitar. Desde ahora tú serás mi regazo y mi apoyo.

- ¿Ves, Moumé? Me tienes que poner en tu lista porque tú ahora estás haciendo eso que le pedí a Dios."

Yo no sé si Mumé la pondrá en su lista para el próximo reparto que tendrá lugar el 5 de Mayo próximo, pero esta mujer nos indica a su manera un camino a seguir.

Os felicito por vuestra colaboración. Seguiremos así, procurando ampliar cada mes la operación hasta Septiembre.

Nos veremos pronto. Voy a ir a España a mediados de Mayo.

Que Dios os guarde.

Rafael Marco. SMA