Tiempos de fe y esperanza
Este año se han bautizado y han recibido la primera comunión una buena parte de la comunidad cristiana: dieciocho personas. Varias mujeres mayores, jóvenes, niños y hasta una niña recién nacida, Binda, una preciosidad. Han sido unos días intensos para toda la comunidad de preparativos y de fiesta.
Yo celebré la vigilia pascual en un pueblo a 70 kms de aquí, Bankilare, un pueblo tuareg muy cerca ya de Mali, con las Hermanitas de Jesús y un par de familias cristianas. Éramos unas veinte personas bajo las estrellas en una noche tranquila y feliz. Hablamos de nuestra fe en Jesús, del triunfo de la vida sobre el mal y la muerte, de los motivos de esperanza que teníamos… y terminamos compartiendo un pequeño refrigerio.
La Pascua fue un vientecillo fresco en estos momentos un tanto complicados empezando porque nos está haciendo un calor achicharrante que nos deja a media vela y con la mente en suspenso; no me salen las palabras en songhai, me equivoco con los pronombres… Pero, sobre todo, la preocupación por la hambruna que se nota cada día más. El gobierno distribuye alimentos a precios módicos y son cientos las mujeres que hacen cola esperando obtener unos kilos de mijo o maíz, muchas pasan allí toda la noche y las hay que vuelven llorando porque no han podido conseguir nada.
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Esperando la distribución
de alimentos |
Joaquin y Constant con familias
beneficiadas |
Nosotros hicimos el primer reparto de
alimentos el 11 de Abril pasado. Os hablaba de ello en mi
última carta. Creamos cinco puntos de distribución y en
cada uno había una persona responsable de la comunidad cristiana
que había establecido con las gentes de su barrio toda una
lista de familias necesitadas. Se repartieron 150 sacos
de sorgo y maíz en los lugares previstos y cada equipo fue
distribuyendo los cereales a las familias que habían sido
convocadas.
Me llamó la atención el orden y el respeto
casi religioso con que se fue realizando la operación. No
hubo gritos, ni protestas ni grandes manifestaciones de
agradecimiento. Casi todo se pasaba en silencio, una mirada,
una inclinación de cabeza, una sonrisa y sólo a la hora
de cargar con los sacos, cada uno de cien kilos, empezaban
las bromas, empujones y risas.
Después, los testimonios de gratitud han
sido numerosos. "¿Como se habían podido acordar de mí en
estas circunstancias?" Era la pregunta que se hacían muchos.
Yo guardo uno que me contó Moumé, una mujer de la comunidad
que se encargaba de unos de los puestos de distribución
que decía:
"Al día siguiente de la distribución
vino a verme una mujer que conocía desde hacía tiempo a
la que habíamos ayudado a organizar un huertecillo con el
que se va defendiendo. Se extrañaba de que no me hubiese
acordado de ella.
- Pero tú ya tienes tu medio de vida.
- No sabes las vueltas que tengo que
dar y lo que me cuesta, pero si sabes que vivo sola, que
no tengo marido ni hijos, que no tengo a nadie. Tenía a
mi madre y cuando iba un día con la regadera en el huerto
de acá para allá y ella sentada a la sombra de un árbol,
le dio un ataque y se murió. No pude hacer nada. Me senté
a su lado y la abracé y entre lágrimas le dije a Dios:
- ¿Por qué me haces sufrir tanto? Lo único
que tenía me lo acabas de quitar. Desde ahora tú serás mi
regazo y mi apoyo.
- ¿Ves, Moumé? Me tienes que poner en
tu lista porque tú ahora estás haciendo eso que le pedí
a Dios."
Yo no sé si Mumé la pondrá en su lista
para el próximo reparto que tendrá lugar el 5 de Mayo próximo,
pero esta mujer nos indica a su manera un camino a seguir.
Os felicito por vuestra colaboración.
Seguiremos así, procurando ampliar cada mes la operación
hasta Septiembre.
Nos veremos pronto. Voy a ir a España
a mediados de Mayo.
Que Dios os guarde.
Rafael Marco. SMA
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